Querida Vera,
hoy es 18 de octubre. Faltan tres minutos para las dos de la madrugada y creo que mi cuerpo se está preparando para que vengas al mundo muy, muy pronto.
Un torbellino de emociones se me agarran al estómago: ilusión, miedo, incertidumbre… Y esa preocupación constante de la que te hablaba hace ya algunos meses: ¡por favor, que esté bien mi pequeña! ¿Te acuerdas?
Esta tarde hemos estado viendo La historia interminable, un debate sobre la campaña electoral (el 20 de noviembre hay elecciones generales) y muchas noticias sobre una “Conferencia de paz” que se ha celebrado en San Sebastián y que parece ser el prolegómeno del fin de ETA.
El mundo sigue sumido en una enorme crisis económica, política y social: el 15 de octubre (hace dos días) se celebró una gran protesta ciudadana a nivel global en casi mil ciudades de todo el planeta y en Madrid y en Barcelona algunos de los manifestantes ocuparon sendos hoteles vacíos para alojar a familias que fueron desahuciadas de sus casas por no poder hacer frente a los pagos de hipoteca y otra gente que lo necesita: ya veremos lo que pasa porque, al menos uno de los propietarios, ha denunciado a los okupas.
Hoy (bueno, ya ayer) he presentado los papeles de inscripción de mi tesis doctoral y tu padre, que pidió días libres para quedarse hasta ayer por la mañana en Madrid, ha conseguido alargar el permiso, así que estamos más tranquilos: nos preocupaba que no pudiera llegar a tiempo al parto si le pillaba en la universidad.
Así están las cosas a día de hoy, a punto de tu nacimiento.
Te quiero,
Mamá.