jueves, 17 de noviembre de 2011

La sonrisa de Vera

Si Antípatro de Sidón hubiera vivido en el siglo XXI, sin duda habría incluído la sonrisa de Vera entre las Siete Maravillas del Mundo. La sonrisa de Vera es uno de esos fenómenos extraordinarios a los que uno asiste boquiabierto y de los que uno se despide eternamente agradecido.


Dicen que la sonrisa de los bebés es un acto reflejo, pero a mí me gusta pensar que Vera sonríe porque es feliz. Tal vez porque deseo, por encima de todas las cosas, que siempre sea feliz y que jamás pierda esa sonrisa.

A veces me sorprendo a mí misma observándola durante largo tiempo, esperando su sonrisa como quien se sienta a esperar la salida del Sol y cuando sucede es -en efecto- como contemplar el albor: el cielo se llena de luz -y a uno le inflama la emoción por dentro- y las nubes se tornan rosas, naranjas, violetas... y nunca se cansa uno de mirarlo. Y de admirarlo incrédulo y maravillado, por mucho que se repita una y otra vez cada día.

Así sucede cuando Vera sonríe.