Querida Vera,
hoy estamos en huelga por la
enseñanza pública. Por primera vez en nuestra historia democrática, todos los
miembros de todos los niveles educativos salimos a la calle en defensa de un
futuro más digno, más libre y más humano. Así lo entiendo yo: como maestra,
como madre y como persona consciente de que el único camino para hacer del
mundo un lugar más habitable es la búsqueda sincera, crítica, constante,
permanente, infatigable de la verdad.
¿Acaso hay algo que defina mejor al
ser humano que su capacidad para aprender? Aprender es evolucionar, es tropezar
con las propias limitaciones y construir sobre los errores y los aciertos del
pasado para crecer. Aprender es penetrar en lo desconocido para tratar de entender la
realidad. Es involucrarse con la verdad hasta las últimas consecuencias. Comprometerse
con uno mismo y con los demás con humildad y franqueza. Aprender es creer en el
ser humano.
Hoy estamos en huelga porque los que nos
gobiernan se siguen empeñando en hacer de la escuela un espacio de adoctrinamiento
a su medida. Te dirán que hay que ser obediente por encima de todo, que has de
cumplir siempre las normas y que no debes cuestionar a la autoridad. Que debes cultivar
tu caligrafía, sacar sobresaliente en matemáticas y no salirte del margen de tu
libreta de papel cuadriculado. Te dirán que en clase no se come chicle, que
para hablar hay que levantar la mano y que dejes de enredar con las pinturas (a
ti, que tanto te apasiona dibujar) y atiendas a lo importante.
También te dirán que todos somos iguales, que la
policía es buena, que los políticos tienen vocación de servicio público y que
vivimos en una sociedad libre y democrática.
Y si algún día decides (y te dejan) acceder a la
universidad, te dirán que la carrera de Filosofía no sirve para nada, que hay
que estar loco para estudiar Bellas Artes o que hay que potenciar las
disciplinas encaminadas a fortalecer el tejido productivo en consonancia con
los objetivos económicos de las empresas.
Pero entre todos esos “sabios elaboradores de
reales decretos”, será difícil encontrar a alguno que te explique que la
educación es el principal elemento transformador de las sociedades y que no
puede ni debe estar supeditada a la rigidez de ningún sistema.
La educación es un derecho universal porque el
aprendizaje es un atributo esencial a la condición humana. La evolución de
nuestras sociedades depende de la búsqueda honrada del conocimiento, sin
utilitarismos ni prebendas.
La palabra educación
procede del latín educere, que significa “sacar, extraer". El buen
“educador” debe buscar, reconocer y sacar a la luz las habilidades y
motivaciones a partir de la singularidad, la diferencia, la diversidad de sus “pupilos”
para construir un conocimiento independiente, cooperativo y libre de prejuicios.
¿Acaso existe otra manera de entender el conocimiento?
Uniformar, encasillar, etiquetar, ilustrar, adoctrinar…
no es educar, mi niña. Y no dejes que nadie te diga nunca lo contrario.
Te quiero,
Mamá.