viernes, 12 de abril de 2013

Nostalgia


Querida Vera,

creo que hoy sentiste por primera vez lo que es la nostalgia.

Como aún no tenemos Internet, esta tarde recurrí al popurrí de emergencia que se ha ido descargando caóticamente en el iTunes: Buddy Holly, Vivaldi, Elvis, Mozart, los poemas de Josu y Zoa… nos llegaban hasta el cuarto de baño desde tu nueva habitación.

Por primera vez en tu corta existencia, ha concluido la hora del baño por tu propia voluntad. Repentinamente, has dejado caer al agua el tiranosaurio rex de plástico y, de un respingo, te has incorporado agarrándote al borde de la bañera, para parar un segundo con gesto de quien, al reconocer una melodía, es capaz de viajar mentalmente en el tiempo: para evocar un recuerdo querido: un recuerdo pasado: como todos los recuerdos. Atenta, seria, pensativa.

- ¿Quieres salir, mi niña? Y, contra todo pronóstico, has asentido enérgicamente con la cabeza.

¡Estaba sonando la canción de Lisa! Esa canción con la que cada día empezaba y terminaba la jornada en tu, ya antigua, escuela de Villalba. La que bailabas con Gabriel, con Abril, con Jaime, con Isabel, con Paloma…

Y no has cambiado el gesto, ni has vuelto a chapurrear una sola palabra durante mucho, mucho rato, salvo para pedir la canción de Lisa una y otra vez cuando se terminaba: “¡ma!”, todavía envuelta en la toalla; “¡ma!”, mientras te embadurnaba de crema; “¡ma!”, mientras te ponía el pijama; “¡ma!”, mientras papá preparaba la cena; “¡ma!, ¡ma!, ¡ma!”, entre bocado y bocado de salchichas sureñas…

La nostalgia es la vida, mi niña. Nadie que haya vivido puede decir que no sintió nostalgia. La vida es renunciar, porque también es elegir. Con cada opción que tomes, dejarás otra atrás y así irás tejiendo tu día a día: tomando y dejando: despidiéndote y dando la bienvenida.

Hoy, mientras escuchábamos por enésima vez la canción de Lisa, probaste el pan amasado. Hoy, un perro de la plaza de Ñuñoa se llevó tu cubito de arena. Hoy conociste a Sebastián. Hoy conociste a Emma, que por primera vez montaba en un columpio. Y a Nicolás, su papá, que nos habló de un jardín (así llaman en Chile a las escuelas) donde los niños conviven y aprenden unos de otros sin estar separados por edades. Un jardín con casita del árbol, como en las películas, mi niña.

Hoy viviste y sentiste nostalgia. Como tiene que ser.

Te quiero,

Mamá.


No hay comentarios:

Publicar un comentario